13 Jan

Se les ha culpado de innumerables crímenes violentos, como la matanza del instituto de Columbine en 1999, y la adicción a los videojuegos fue catalogada como afección médica oficial por la Organización Mundial de la Salud en la última revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades. La preocupación por que los videojuegos conviertan a los niños en delincuentes violentos o marginados antisociales impregna ahora más que nunca nuestra cultura pop, pero los investigadores llevan estudiando la adicción a los videojuegos y sus efectos negativos sobre la salud desde la década de 1980. ¿Qué dice la ciencia? ¿Es realmente malo jugar a videojuegos?
La respuesta es breve: Jugar a videojuegos no sólo no es intrínsecamente malo para la salud, sino que puede aportar muchos beneficios para la salud mental. "La gran mayoría de las investigaciones sobre videojuegos se centran en su impacto negativo", afirma Isabela Granic, psicóloga de la Universidad McMaster de Canadá y directora del Laboratorio de Juegos para la Salud Emocional y Mental. "Tras un par de metaanálisis, está bastante claro que no hay causalidad [entre los videojuegos y la violencia en el mundo real]". De hecho, las investigaciones de Granic y otros han encontrado pruebas consistentes de beneficios cognitivos, motivacionales, emocionales y sociales.
Incluso los juegos de disparos en primera persona -como la serie Doom, que recibió gran parte de la culpa de la masacre de Columbine- pueden proporcionar a los jugadores "un aumento de las capacidades de razonamiento espacial y de cognición espacial en general, de coordinación mano-ojo, de resolución de problemas multinivel, etc.", explica Granic. "En el ámbito cognitivo, hay al menos dos décadas de investigaciones sólidas que demuestran sus beneficios". Estos beneficios se encuentran en juegos de disparos como Halo, Call of Duty y Grand Theft Auto, a pesar de que estos juegos suelen suscitar la mayor controversia por su contenido violento.
Inténtalo, inténtalo, inténtalo de nuevoDesde el punto de vista de la motivación, muchos videojuegos recompensan la persistencia y el esfuerzo a la hora de resolver puzles o derrotar jefes. Estos rasgos también tienen beneficios fuera de los juegos. La mentalidad de "inténtalo, inténtalo y vuelve a intentarlo" que refuerzan los videojuegos puede reportar beneficios académicos, además de promover una visión de la inteligencia que valora más el esfuerzo que la capacidad innata.
Un ejemplo es el juegos friv 2018 Cuphead, que recibió elogios por su alto nivel de dificultad que recompensa la paciencia, la persistencia y el esfuerzo. Esta diversión bien ganada proporciona beneficios emocionales a los jugadores que, en última instancia, son el objetivo. Como dijo el filósofo Bernard Suits en su libro de 1978 El saltamontes, "jugar a un juego es el intento voluntario de superar obstáculos innecesarios". Ganar sienta bien, sobre todo cuando hay que trabajar para ello.
Comunidad por encima del contenidoPor otra parte, muchos han escrito sobre el acoso en línea en los videojuegos, y los investigadores lo reconocen como un problema. "Hay mucha gente que juega a [juegos multijugador masivos como] League of Legends y odia la toxicidad que conlleva", dice Granic. "Y dejan de jugar o juegan con eso de fondo". Sin embargo, jugar con otros también tiene beneficios sociales: creación de equipos, capacidad de liderazgo y mentalidad cívica.
Se ha demostrado que jugar de forma cooperativa aumenta la posterior cooperación en el mundo real, incluso cuando el propio juego implica actos violentos como disparar a alienígenas. Ni siquiera los juegos más controvertidos, como Grand Theft Auto, parecen conducir a un comportamiento más antisocial. A la hora de jugar a estos juegos multijugador, la comunidad es más importante que el contenido. Y algunos juegos, como el favorito de Granic, Journey, eliminan por completo cualquier comunicación directa entre los jugadores que cooperan. "Me encanta ese juego, es una gran experiencia... es un juego social, pero no se habla", dice.
Experimentación lúdicaAdemás de ayudarnos a trabajar con los demás, los videojuegos también pueden ayudarnos a mirar hacia dentro para aprender más sobre nosotros mismos. Los juegos sirven como fantasías escapistas, en las que podemos jugar con aspectos de nosotros mismos con los que quizá no nos sentiríamos cómodos jugando en el mundo real.
Un estudio de 2016, por ejemplo, analizó a cuatro personas que luchaban contra la disforia de género y demostró cómo los juegos pueden ayudar a las personas a aceptar su identidad de género de forma segura, por ejemplo, jugando como un personaje con una expresión de género diferente a la suya. "Este tipo de experimentación lúdica y fantasía es muy útil en la vida de las personas cuando no pueden hacerlo en su vida cotidiana", explica Granic.
Los videojuegos han estado rodeados de estigmas desde que Pong debutó en 1972 y los lanzó a la corriente cultural dominante. Pero la prensa negativa no es lo mismo que la evidencia de efectos negativos. "Alrededor del 97% de los niños que llegan a los 18 años juegan a diario, o incluso con regularidad", afirma Granic. "Es omnipresente. Todo el mundo juega a videojuegos".


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