En la vida no siempre estamos en el momento preciso ni en el lugar indicado, y en muchas otras ocasiones, permanecemos el tiempo que nos corresponde para recibir o dar alguna enseñanza, es el ciclo de la vida, sin embargo, muchas veces no valoramos el paso de las personas por nuestra vida, y tampoco somos valorados.
Es difícil comprender las emociones que sentimos, las sensaciones y los sentimientos que se generan ante cada vivencia, de igual manera, resulta mucho más complejo entender el sentir de los demás, pero debemos aprender a retirarnos, a aceptar cuando ya no se requiere nuestra presencia y a identificar cuando no somos valorados, de otra manera, terminaremos grabando en nuestra alma, sufrimiento y pena, ante la inseguridad y la repetición constante de errores.
Aprende a regalar tu ausencia a aquél que no valoró tu presencia, demostrar que somos capaces de reconocer cuando debemos partir, dejar atrás y cerrar ciclos y etapas en nuestra vida, simplemente aunque resulte doloroso, es justo que nos valoremos a nosotros mismos para poder obtener lo mismo de los demás.
Pasas por la vida de las personas, estableces relaciones y en ciertos momentos sientes que estas en el clímax de la vida, las cosas suelen cambiar de rumbo de manera inesperada y no siempre las cosas resultan como esperamos o como quizás deseamos que resulten, de esta manera las cosas empiezan a cambiar y comenzamos a ser molestos para esa otra persona, ese interés inicial se ha ido, las cosas se enfrían, hacemos lo imposible por retomar, pero en la mayoría de los casos no hay vuelta atrás y el peor error cometido es no retirarnos a tiempo.
En otros casos, nos enganchamos en relaciones tormentosas, maltratadoras, destructivas y para nada productivas, agotamos todos los recursos y terminamos con la autoestima por el suelo y la dignidad destruida, en estos casos caemos en ciclos prácticamente viciosos de malos tratos, de desgaste emocional y psicológico del cual resulta cuesta arriba salir, en estos casos irnos se convierte en la última opción, terminamos atados a nuestra dolorosa presencia y nos acostumbramos a ello.
El caso es que aquel no ha sabido valorar nuestra presencia, simplemente no merece nuestra compañía, en la mayoría de los casos, nuestra ausencia despierta sensaciones de arrepentimiento y nuevas búsquedas, apreciar lo que se tiene hasta que se pierde es lo común, la sabiduría radica en no forzar las cosas, en dejar que la vida fluya, que las relaciones terminen, inicien, permanezcan…
¿Te sientes identificada?, como personas, estamos acostumbrados a perseguir y luchar por aquello que tanto queremos. Lo triste de esto, y lamentable, es que en el amor, las cosas no siempre funcionan así. Uno no puede pretender doblegar la voluntad de quien no estima nuestra presencia, así sea que hagamos mil cosas, por ella; movamos cielo y tierra, movamos mares y hasta crucemos desiertos, arrastremos las rodillas, rezando miles de avemarías, repitiendo palabras, años tras años, solo para ver que quien no nos valora, solo se aleja de nosotros, teniendo excusas de que nunca, estará para nosotros no sigas amando a quien no te valora y regalale tu ausencia que es algo nunca olvidara